La Obra

La Temperatura del Miedo / Registro de Rutina se compone de imágenes de un espacio íntimo y confinado, íntimo y a la vez interior. El fotógrafo ha decido tomar al menos una fotografía al día, siempre desde los mismos ángulos con su cámara compacta, decidió registrar su pena, decidió fotografiar su estadía en los campos de Asfódelos pero en vida, decidió registrar diariamente la existencia rutinaria que gastaba en cuarenta y dos metros cuadrados junto a una presencia femenina que no estaba al tanto de lo que estaba creando él, tan solo con su pena y con su aparato.

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La serie «Los Objetos» tiene una estética aparentemente descuidada puede parecer poco estudiada y poco informativa, pero mirando a fondo en estas ventanas aparecen los signos que terminan de darnos los elementos para armar el código general, aparecen los vacios y los objetos en los cuales los sujetos se han inmerso y naufragado usándolos de escudo para prevenir la ruptura del circulo rutinario donde se hayan complacidos.

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En la serie «Presencia» el autor se retrata siempre como un ente difuso, espectro y a la vez operador participe del acto mismo y como elemento necesario para entablar el discurso, ordena, estructura y modifica mediante su presencia el caudal de sensaciones aparentemente desordenadas en el espacio-tiempo, mediante su presencia en las fotografías el discurso toma forma y se presiente la mudanza que va a ocurrir en el interior del espacio y en lo intimo de los seres protagonistas.

 

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La poética y la estética de la imagen nos muestran como a través de la cámara el fotógrafo desea de manera lujuriosa y erótica a la mujer-objeto de las fotos; en las series de «El Deseo Roja” y «El Deseo Rendija» él la espía por la rendija de la puerta de madera del baño entreabierta, y solo hay de ella una imagen parcial pero suficientemente sugerente como para despertar recuerdos.

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«Es una característica principal de la fotografía el exponer todo de golpe y sin que pidamos ser informados, lo que era intimo es de pronto expuesto ante el mundo, sin que este se encuentre preparado. Es esta tarea de capturar el desasosiego lo que ha sido el elemento que ha ayudado al fotógrafo a salvarse, ha usado la fotografía como un chaleco salvavidas y al mostrar estas imágenes ha compartido su desasosiego con el mundo, y así lo ha entendido.»